domingo, 3 de julio de 2011

HstRiAs

Valiente o estúpido. Pendiente o dependiente, dime por qué has matado para salvar tu canción. Dime por qué has matado para demostrar que tenías razón, que el fuego de mis gritos nunca atravesó tu pecho islandés.

Las relaciones son ese vínculo de catarsis emocional que intentamos conviva con sueños traviesos y pesadillas que terminan en agujetas. La necesidad de buscar una explicación, una jodida respuesta retórica.

Carla decidió que nunca pondría fin a su relación de pareja con 28 años. Lo suyo era vivir en una casita de pueblo con un un joven alto, guapo y atractivo que no le folla, pero perfecto para su círculo familiar. Un chavalin educado y convenientemente pulido en una familia tradicional, capaz de soportar una tarde entera al sol haciendo compras con abuela, madre y novia.

Existe una idiota diferencia entre ser inmaduro y estúpido. Romper con tu pareja suele ser buena razón para contactar con antiguos amigos, novios e individuos que por razones de convivencia social es mejor no tener demasiado cerca.  Recién soltera, Ángela se veía reflejada en los escaparates de la calle como intrépida cazadora. Sacaba pecho y paseaba la cadera descreída, me importa un bledo todo, se decía. Tengo un trabajo mejor que el del Dalai lama, todos vosotros ¡arrodillaros! que estoy caminando con mis gigantes auriculares y zapatillas rosa fucsia de última moda.

Oficina. Disfrázate de importante, ocupado, relaciones públicas, siempre en contacto. Mírame lo guapo que estoy dice el redactor jefe, tan marica él.  El de cultura que se cree adonis, con esa barba despeinada y su pésimo acento inglés. La becaria que te aprieta para que la tengas ocupada, loser. El jefe encerrado en el despacho, la bipolar de secretaria, facturas que vienen y van incorrectas. El balcón, ahora en verano, ya no es la sala de fumadores, es el solarium.

Bajar al río. Hacer barranquismo o registrarse en el meetic. Investigar al 15-M como si fuera un trabajo anti-corrupción después de haber colocado cartones en el suelo y aguantar debajo de un paraguas noches de gloria inca. Todas estas personas tienen suerte de vivir en Madrid, una ciudad muy comprometida con el yes, we camp. ¿Y por qué no? ¿Qué tendrá de malo que la gente se reúna en la calle a pegar unos gritos?

Peleles vestidos de azul. Recién licenciados de pistola, con órdenes sin detalles, encorsetados en uniformes arranca personalidad. Hay idiotas y valientes. Gente resignada a confiar, resignada a protestar, a repetir eslóganes, a expresarse con soy fan y me gusta.

No habrá mas palabras necesarias, no habrá amor nunca más cuando eres consciente de ser apartado o punto y aparte. Abrimos ciclos, construyendo, escuchando canciones, nacidos de un silencio y muerto de un grito comienzas a ver todo diferente, no son las formas, es la luz.

Quizá esto sea una historia sin esqueleto o deconstruida. Quizá...

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